martes, 10 de septiembre de 2019

Material para clase 8 (11/9)

Exposición de la escritora Claudia Piñeiro el jueves 12 de abril en el plenario de comisiones de la Cámara de Diputados que debate la legalización del aborto

“Señoras diputadas, señores diputados. ¿Por qué estoy acá?
Estoy porque soy mujer, porque soy madre y porque soy escritora. Porque soy mujer y porque soy madre no lo voy a explicar, voy a explicar algo de porque soy escritora estoy acá.
Algunos dicen que los escritores tenemos ciertas antenas con las que podemos captar lo que está pasando en una sociedad y además la facilidad de traducirlo a palabras. Si eso es así, quiero que sepan que acá les vamos a repartir despues un listado de 200 escritoras argentinas que están a favor de la Ley de Interrupción  Voluntaria del Embarazo, y van a ser más porque nos vamos a juntar el próximo martes a firmar la misma carta que firmaron las actrices. Si ustedes en el último año tuvieron la suerte de leer algún libro escrito por una escritora argentina, no tengas dudas que esa escritora está en este listado porque están casi todas, no se me ocurre una que no esté.
Además de esas antenas, los escritores tenemos la posibilidad de pararnos en distinto puntos de vista. ¿Qué es el punto de vista? es mirar la sociedad desde el lugar que nos toca a cada uno. En este debate, estamos viendo que hay un punto de vista que quiere anular al otro. Los que están a favor de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, no obligan al otro a interrumpir el embarazo, quieren tener ese derecho. En cambio, los que están en contra de la ley de la Interrupción Voluntaria del Embarazo, quieren imponer su punto de vista al otro. 
Hay una novela de John Irving, permítanme la digresión, que se llama “Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra”. En esa novela, hay un doctor, el doctor Larch, un personaje extraordinario porque Irving hace esta novela monumental sabiendo de filosofía, de ética, de historia, de medicina. El doctor Larch tiene que llevar adelante un orfanato. En ese orfanato van las mujeres pobres a dejar a sus hijos a quienes serán dados en adopción. Pero un día Larch se da cuenta yendo a comer con la gente que banca ese orfanato, los que ponen plata, los ricos de Maine que bancan el orfanato, lo invitan a comer a Larch y le piden, detrás de las cortinas, si le pueden hacer un aborto a la hija. Y a la prima.  Y a la tía y a quien sea. Y Larch dice, pero ¿por qué yo tengo que ayudar a las mujeres pobres a tener a un hijo y ayudar a las ricos a interrumpir un embarazo? Y dice Larch, sabés qué, yo voy a ayudar a las mujeres pobres, yo me pongo del lugar de las mujeres pobres, y las mujeres pobres también van a poder hacer su aborto. Pero John Irving es tan buen novelista que también pone el punto de vista de un niño que fue dado en adopción y que va quedando en ese orfanato porque nadie lo adopta, que se llama Homero Wells. Homero Wells crece y se hace muy amigo de Larch y casi tienen una relación padre-hijo. Son padre-hijo. Sin embargo Larch, sigue pensando que tiene el deber de ayudar a las mujeres pobres a hacerse un aborto exáctamente igual que se lo piden los ricos que ponen plata para llevar adelante ese orfanato.
Además del punto de vista, los escritores tenemos algo que Ivonne Bordelois llama la “conciencia lingüística”. Eso quiere decir que las palabras construyen, el lenguaje construye  realidad. Y hay como un supermercado gratuito de palabras de donde nosotros agarramos las palabras que se nos ocurren y las usamos. El problema es cuando alguien nos quiere robar una palabra, dejarnos sin una palabra. Ahí nos damos cuenta del valor, ahí dejan de ser gratuito. Y en este debate también nos están queriendo robar una palabra.
Hay un autor, Timothy Snyder, que tiene un libro que se llama “Sobre la tiranía” donde advierte determinadas operaciones que se dan en la democracia que conducen a situaciones cercanas a la tiranía. Una de las cuestiones que describe es cuando un sector de la sociedad se apropia de un símbolo, signo o palabra del que excluye al resto de la sociedad. Eso está pasando hoy en la Argentina con la palabra “vida”. Cada vez que alguien dice “yo estoy en contra de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo porque yo estoy con la vida” nos excluye a todos los que no estamos de acuerdo con eso y que sí queremos una ley que permita la interrupción voluntaria del embarazo. Me está excluyendo a mí, está excluyendo a 200 escritoras, está excluyendo a muchos de mis amigos, de mis amigas, a muchos de ustedes. Entonces, no permitamos que nos roben la palabra vida, nosotros también estamos a favor de la vida. 
Y hay gente que hace esta exclusión, ustedes fijense, en Europa no están en contra de la vida, todos los países europeos tienen ley del aborto: Uruguay tiene  ley del aborto, en Italia, donde no lo pudo votar el congreso porque la religión católica tiene un peso muy alto, se llamó a una consulta popular y más del 50% de los italianos votaron a favor de la ley de interrupción del embarazo. ¿Qué quiere decir? ¿Que no están de acuerdo con la vida? ¿Los italianos son asesinos? ¿Los europeos son asesinos?¿Los uruguayos son asesinos? No, nos robaron una palabra, nos están queriendo robar una palabra.
Por eso, yo creo que hay gente que lo hace inocentemente, entiendo que hay gente que lo hace inocentemente, ingenuamente, pero yo no puedo permitir que ustedes, señores diputados, que los ministros de este gobierno o que el señor presidente pequen de ingenuos. Cuando ustedes dicen que no están de acuerdo con una Ley de Interrupción del Embarazo y dicen “porque estoy de acuerdo con la vida” están haciendo una operación de lenguaje para separar a la sociedad y dejarnos a nosotros afuera. Yo eso no lo acepto. No quiero. Y se lo voy a decir al señor presidente con el cual tengo una deuda tremenda por haber abierto este debate; creo que es grandioso que haya abierto este debate y haya tomado las banderas de tantos colectivos de mujeres que vienen luchando durante años por este debate, se lo agradezco. Pero ahora le pido algo más, no vuelva a decir que lo hace porque es por la vida porque yo también estoy por la vida y defiendo la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Les pido por favor, no nos ofendan más, no nos discriminen más. Todos estamos por la vida. Ustedes opinan que la ley no es lo mejor, nosotros opinamos que sí, pero por la vida estamos todos.
Una referencia literaria más. Ustedes habrán escuchado hablar de los 6° de separación. Es una teoría que está tomada de un cuento, de un escritor que bajó con las antenas y que escribió un cuento que se llama “Cadenas”. Es un escritor húngaro poco conocido que se llama Karinthy. Ese autor dice que si uno se empieza a hablar con otra persona, enseguida encuentra una persona en común, lo que uno dice como lugar común “el mundo es un pañuelo”. Pregunten. Tienen al lado, sentada al lado de ustedes, en su casa, entre las amigas de sus hijas, mujeres que se hicieron un aborto. Menos de 6 grados de separación hay para encontrar alguien que se haya hecho un aborto.
Y un tema más, abracemos a esas mujeres. Digámosle que no van a ir presas. Digámosle que van a poder hacerse un aborto no en condiciones clandestinas y con la misma salud que una mujer rica.
Pero además, ustedes señores diputados que están por votar en contra, piensen lo siguiente: hace muy poco hubo una ley de matrimonio igualitario. Si revisamos los argumentos en contra de esa ley sentirán vergüenza, yo creo que hay gente que no quiere ni que aparezcan esos argumentos porque debe sentir una gran vergüenza de lo que dijeron. No solo de lo que votaron, de las barbaridades que dijeron. Barbaridades semejantes a las que se están escuchando hoy en contra del aborto. Entonces ustedes, dentro de unos años van a tener que mirar a los ojos a sus hijas y a sus nietas y decirle cuando le pregunten “¿es cierto que vos votaste para que una mujer tenga adentro de su cuerpo un embrión? ¿es cierto que vos hiciste eso? Y ustedes van a tener que decir que sí. Y los ojos de esas personas les van a transmitir el horror. Les van a transmitir la sensación que están frente a alguien que cometió un acto aberrante. Tal vez un delito. Tal vez un delito porque ¿saben qué? cambiaron los tiempos, las mujeres estamos acá para defender nuestros derechos y no nos vamos a retirar. Así como nosotras vamos a seguir defendiendo nuestros derechos, les pedimos a ustedes por favor que cumplan con su deber.”



Basura

Tiradas a la basura, desgarradas, en pelotas: en la montaña asquerosa, un cuerpo como una cosa, como una cosa ya rota y que no sirve para nada, los restos del predador, la carne que le sobró de su festín asesino. Horas antes o después a la chica la buscaron la familia, los amigos, al final la policía y casi siempre la encuentra el que hace de la basura su trabajo cotidiano: un cartonero, el chofer de un camión recolector, alguien que anda por ahí. Después viene la ambulancia, le cambia la bolsa a blanca, se la llevan a la morgue y un auto lleva a los padres a ver si la chica es suya. Afuera espera la prensa: las cámaras y micrófonos buscando mostrarle al mundo el dolor más lacerante, la frase más torturada, la cara más arrugada por la angustia que la arrasa.
Tiradas a la basura en la bolsa de consorcio: igual que se tira un forro, la cáscara del zapallo, los papeles que no sirven y los huesos del asado entre tantas otras cosas. Tiradas como si nada, como objetos de consumo que ya fueron consumidos. Agarrarlas, asustarlas, verlas rogar, desnudarlas, humillarlas, violarlas, después matarlas, meterlas en una bolsa, tirarlas a la montaña de restos de la ciudad. Ya terminó el predador. Seguirán la policía, los abogados, los jueces y las cámaras de TV: sigue la carnicería en una especie de show que explica los femicidios. (...) 
La construyen poco a poco como si fuera culpable: digamé, comunicador si una mujer joven tiene más de un novio o, peor, ninguno, y vuelve en pedo a las seis y salió en vestido corto, ¿Se está buscando la muerte? ¿Piensa que se la merece? ¿Usted cree que debería volver antes de las doce? (...) ¿Usted quiere que le pida permiso a algún buen señor para salir cuando quiere? ¿Que deje de salir sola? (...) Le pregunto más cortito: ¿Piensa que una chica es propiedad de algún muchacho y que si no tiene dueño pueden matarla tranquilos? ¿De verdad se siente bien eligiendo como elige la foto más provocativa para decir sin decir “la piba era una atorranta”, “los padres no la cuidaban”, “su vida no tenía rumbo”? Empieza una denigración, algo que está en la cultura, no digo que lo inventa usted, pero podría revisar la máquina de prejuicios que le salta cuando habla (...)
Entre otras cosas se nota la puntuación del mercado: hay cuerpos que valen más y hay cuerpos que valen menos. Casta, rica y estudiosa vale más que pobre y trola pero todas valen menos que el cuerpo del matador que es la manifestación extrema de este estado de las cosas: buena parte del planeta cree, a veces sin saberlo, que cosas somos nosotras. (...)Piensen un poco, señores, piensen también las señoras y sientan un poco más: somos sus madres, sus hijas, sus hermanas, sus esposas, sus amigas, sus amantes, sus novias.
Somos más de la mitad del mundo que hacemos juntos. No insumos a descartar.

Artículo ensayístico publicado en Revista Anfibia (de la Universidad Nacional de San Martín) por la escritora y periodista Gabriela Cabezón Cámera, en abril de 2015.

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