miércoles, 9 de octubre de 2019

Clase 15 (9/10)

Hoy hice la devolución de los parciales, y vimos los errores y aciertos en el formato de respuesta y en lo que respecta a los contenidos.
La clase próxima llevo nuevamente los exámenes para aquellas personas que hoy no fueron.

En nuestro próximo encuentro comenzaremos con Polifonía, sobre todo identificando, describiendo y analizando las voces que el o la enunciadora traen a los textos.
Recuerden que el sábado es feriado, así que nos vemos el siguiente miércoles.


Lo que les toca:

* Identificar voces en los textos que vengo subiendo al blog (el de Claudia Piñeiro, el texto Machirulo, y el que fotocopiaron hoy -que lo consiguen en la fotocopiadora de siempre bajo el nombre "Texto 9" de semio de Yanina)


Lo que me toca:

* Les dejo, porque lo recordé, el modelo de respuesta que les mencioné.
Tienen primero el texto La peste extranjera, de Tizón, y luego un análisis posible realizado por un docente de la cátedra para que vean cómo agrupar los datos obtenidos en la identificación y descripción de los elementos estudiados en clase (apelativos, subjetivemas, modalidades, deícticos, etc), y hacer de eso un análisis.
NO es un modelo absoluto y mucho menos memorizable. Tiene solo la intención de servirles de ejemplo



LA PESTE ES EXTRANJERA                                                                    Por Héctor Tizón 

Desde principios de año hay casi seiscientos casos de cólera registrados en Jujuy.

Para muchos, la epidemia de cólera que azota desde el año pasado el noroeste argentino llega de otros países. Para el autor de esta nota es un producto local, resultado inevitable de la pobreza y la desprotección de la gente. 

Desde que el cólera asomó la cara en esta región, ha pasado más de un año. Desde el 1 de enero hasta hoy, hay casi seiscientos casos registrados y un par de docenas de muertos. Como antes, ahora el Gobierno demuestra sus buenos sentimientos tratando de disimular, molesto, la absurda o escandalosa irrupción de un estigma del Tercer Mundo, como si el regusto de una pesadilla perturbara el voluntarioso ensueño nacional de los pocos, o el de los demás, el de las revistas de y para “ricos y famosos”, de cuyo esplendor nos beneficiaremos todos, sin duda, y en el cual los hábitos y los días transcurren sin dificultad y todo marcha bien y todo irá mejor.
El cólera, la pobreza y la incuria van de la mano y son aquí ubicuos. El Presidente y sus ministros han acudido a Perico —curioso designio—, se han retratado junto a un pobre infeliz deshidratado y han regresado, raudos. Dejando, eso sí, algún dinero y algunas recomendaciones asépticas. Quizá no hayan leído, o hayan despreciado por agorera, la nota de un modesto diario local que decía: “Todo el noroeste argentino se ve afectado por la desocupación producida por la paralización industrial, el receso de la actividad minera, la crisis azucarera y del tabaco, y los graves problemas por los que atraviesa la producción frutihortícola, provocada por la introducción de productos del Brasil, Chile y el Paraguay, que tienen costos distintos e inferiores a los argentinos.” 
En un dispensario de campaña encuentro a una joven médica asistiendo a un niño y cuando yo asomo sale un cura. Afuera, debajo de un árbol, esperan un hombre y una mujer sin edad y otros niños, silenciosos. Pregunto y ella dice que necesita más suero y no lo tiene. Zumban las moscas en la siesta. Por decir algo, también pregunto acerca del cura. “Ha venido a rezar”, dice. La joven médica quiere sanar al enfermo; el cura quiere asistirlo para una vida futura. Los que están esperando afuera, debajo del árbol, no dicen nada. Esta gente, sin pensarlo, racionaliza el sufrimiento, le da un sentido, por eso se resigna. Pero la miseria no es beneficiosa. La experiencia del dolor puede ser fecunda pero no lo justifica.
Fronteras
Por los medios se desliza la información de que la peste no proviene sólo de la falta de agua potable, redes cloacales o de la miseria y el abandono sino que viene de Bolivia. Eso encaja en el discurso oficial, que tiene abolengo desde el alto medioevo. Por esta causa se cierra la frontera, se nos pone en cuarentena, se decreta la expulsión de una caterva de desgraciados sin papeles y se nos fumiga. De pronto dejamos de ser los “hermanos de tierra adentro” y somos todos extranjeros. El cólera se eleva a la dignidad de destino o condición de nacimiento y el hombre muere desintegrándose en aguas y vuelve a ser lo que fue. Pero ni aun así el infortunio muestra el torvo rostro de la rebelión —como debiera si el dolor no amortiguara los resortes— sino el de la muerte preasignada, el de la marchita ternura del corazón.
En la botica del pueblo, adonde he ido a comprar unos ungüentos, encuentro a una vieja que suele proveer tal casa y otras de carne de chivos. Dice que ya no la traerá, porque se la quitan los gendarmes. “¿Qué hacen con ella?”, pregunto. “Se la comen ellos”, dice, como si hablara de un fenómeno natural. “Usted que sabe de remedios —pregunto al boticario—, ¿qué piensa que haremos?” Él se encoge de hombros y dice que nada. Luego dice: “Uno nace como puede, crece, trabaja, ama un poco, porque el mundo sin amor es un mundo muerto, se casa, envejece y muere como sea. Eso es todo.”
Yo pienso en los extranjeros expulsados de esta tierra lejana, afectada por la desocupación, el atraso, la incuria y ahora la peste. ¿Nos tendremos que ir todos? ¿Tendremos que elegir entre el bienestar o la soledad riesgosa y la vergüenza? Pero nada en el mundo vale la pena que uno se aparte de lo que le es propio.
Clarín, noviembre de 1990.


Análisis del sistema enunciativo del texto “La peste es extranjera” 

1) Deixis personal y apelativos
En este apartado se analiza cómo el discurso construye las “imágenes” del sujeto de la enunciación, de sus enunciatarios (explícitos o implícitos) y de las otras personas que intervienen en el esquema enunciativo.
El texto se inicia con referencias de tercera persona (“el cólera”, “el Gobierno”, “los pocos”) que, como se sabe, no es deíctica, salvo negativamente (en el sentido de que indica que no se está mencionando ni a la primera ni a la segunda persona, que sí son deícticas puras). Pero el primer párrafo termina mencionando a una primera persona del plural: “nos beneficiaremos todos”. Más allá de su sentido irónico (que se desprende de toda esa parte del texto), se trata de un nosotros de alcance máximo (equivalente a “nosotros, los argentinos”).
Más adelante (tercer párrafo), aparece una primera persona singular (“encuentro”, “yo asomo”, “pregunto”), que remite al enunciador del texto, comentador o narrador (ver punto 4). Después del subtítulo “Fronteras”, esa primera persona se incluye en un plural cuyo alcance es menor que el anterior (exclusivo): “se nos pone en cuarentena”, “dejamos de ser”, “somos todos extranjeros”; se refiere a los jujeños o a los habitantes del norte del país.
En el siguiente párrafo hay un segmento dialogado (ver punto 4) donde el narrador se dirige a un enunciatario representado, el boticario: “Usted”, “sabe”, deícticos puros.
No hay marcas explícitas (lingüísticas, deícticas) de un enunciatario de todo el texto. Se puede reconstruir a partir de su sentido general, del lugar de publicación y del contexto situacional: el autor se dirige a todo el pueblo argentino (los lectores del diario), e indirectamente al gobierno y sus partidarios, desde la perspectiva de un habitante del norte que se siente injuriado y menoscabado en sus derechos. También, sobre todo en el párrafo final, por las preguntas en esa primera persona del plural ya utilizada antes, se puede entender que se dirige a sus propios coterráneos, afectados por la situación.
Los apelativos son numerosos, y todos de tercera persona (delocutivos), es decir que no son deícticos. Pero suelen tener un gran contenido predicativo y, a veces, indican relaciones sociales. “El Gobierno”, “el Presidente” y “sus ministros” pertenecen al mismo campo semántico y aparecen como directos responsables de la situación descrita en todo el texto. Se podrían agrupar también con los “ricos y famosos”, “el cura”, “los medios”, “los gendarmes”. Del otro lado (seguramente el del autor): “pobre infeliz deshidratado”, “una joven médica”, “un hombre y una mujer sin edad”, “otros niños”, “los que están esperando afuera”, “caterva de desgraciados”, “hermanos de tierra adentro”, “una vieja que suele proveer mi casa...”, “el boticario”. Estos campos semánticos se podrían ampliar con el agregado de los subjetivemas, que se agrupan de manera similar (ver punto 5).

2) Deixis espacial (o localización/situación espacial)
No es abundante en el texto, pero sí muy importante para su significado total. De entrada hay una forma deíctica muy clara: “en esta región”, se refiere al noroeste y sitúa al enunciador en ella. A esa región se refiere el “aquí” del principio del segundo párrafo. Notar el “ha venido”, de la joven médica, y después el “viene de Bolivia” (venir, verbo de movimiento, generalmente de función deíctica). Al final aparece otro deíctico similar al primero: “en esta tierra lejana”. Indudablemente, esta situación geográfica es esencial para el texto, porque en ella gira todo su sentido y se ubica el enunciador (independientemente del lugar en el que escribe realmente el autor Tizón, cosa que no podemos saber), identificándose con ella y sus sufrimientos. (Como dice en el final: “Nada en el mundo vale la pena que uno se aparte de lo que le es propio.”)
Hay otras localizaciones espaciales, pero son cotextuales o absolutas (no deícticas): “Tercer Mundo”, “Perico”, “el noroeste argentino”, “Brasil, Chile y el Paraguay”, “en un dispensario de campaña”, “afuera, debajo de un árbol”, etc.

3) Deixis temporal (o localización/situación temporal)
Está muy marcada, aunque más por verbos que por otros elementos, y quizás no tiene tanta relevancia semántica como la deixis espacial. “Ha pasado más de un año”, “Desde el 1 de enero hasta hoy”: limitan un período que llega hasta el momento mismo de la enunciación, para contabilizar las muertes que el cólera produjo. (Si se contaran ahora, mayo de 2002, el tiempo sería otro; y las muertes también.) “Como antes, ahora”, establece un paralelismo, o más bien la continuidad en la (in)acción del Gobierno: “ahora la peste” (último párrafo) es el resultado de esa política. “Nos beneficiaremos”, “todo irá mejor” señalan hacia un futuro (posterioridad), pero el sentido es claramente irónico.
Más adelante, una serie de verbos relatan acciones recientemente llevadas a cabo por los gobernantes, es decir, anterioridad (ver punto 4). Sin embargo, el tiempo predominante es el presente, en grado cero del comentario (simultaneidad con el tiempo de la enunciación). En los párrafos finales aparece un futuro, ya no irónico sino interrogante y angustioso: “¿qué piensa que haremos?”, “¿tendremos que elegir...?”.

4) Alternancia mundo comentado/mundo narrado, o sistema de tiempos verbales
Se trata predominantemente de un comentario, por la fuerte presencia del sujeto enunciador en sus enunciados (deixis de primera persona singular y plural, apelativos, subjetivemas, modalidades) y por los tiempos verbales que lo caracterizan. Hay abundancia de tiempo presente en función de grado cero del comentario: “el Gobierno demuestra”, “van de la mano y son aquí ubicuos”, “Yo pienso en los extranjeros...” La anterioridad está marcada canónicamente por el pretérito perfecto (se trata de un escritor y, por añadidura, del interior del país, donde suele usarse correctamente esta forma general del español): “ha pasado”, “han acudido”, “se han retratado”. También aparece la posterioridad con el futuro simple, ya marcado en el punto 3. El autor, así, da su opinión sobre la situación actual, pero también la relaciona con sus antecedentes inmediatos y se pregunta sobre el futuro incierto.
Sin embargo, ese comentario enmarca otro tipo de enunciados que lo fundamentan. Hay relato, pero está en presente histórico (o narrativo). Se trata del párrafo que va desde “En un dispensario...” hasta “... no dicen nada”. 
Además, ese mismo párrafo termina con un ejemplo de presente genérico: “La experiencia del dolor puede ser...” El texto mismo termina también con el mismo recurso: “Nada en el mundo vale la pena...” En ambos casos, el autor enuncia su opinión en forma de “máxima”, es decir, como consejo o verdad basada en una experiencia profunda y que se propone como universal. El presente genérico también aparece en la opinión del boticario, dentro del segmento dialogado del anteúltimo párrafo. 
Hay algunos enunciados que pueden leerse como descriptivos, sobre todo en la escena del dispensario. Si bien en general predomina la dimensión dinámica del relato, éste está matizado por la dimensión estática (típicamente descriptiva) que tiene toda la escena: “Afuera, debajo de un árbol...”, “zumban las moscas en la siesta”. 

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